El pan de cada dìa
Una sonrisa torcida en el reflejo del espejo,
evidencia inegable de la insensatez hacia nosotros mismos.
Flores de papel cristalizado brotan sobre las manchas de sal,
làgrimas secas agrietando la pureza de un rostro cansado.
La sangre, que se arrastra para salir,
regala a las flores un bello color,
perfecto disfraz para el dolor de un sacrificio insatisfactoriamente recompensado.
Terminarè por asfixiarme contra las hierbas de mi descanso...
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